La idea de “una persona, un voto” siempre se ha basado en los principios de libertad individual, elección y poder en nuestra democracia. Si bien esto es cierto, el derecho al voto también se refiere a nuestras familias y comunidades, no solo a cada uno de nosotros como individuos. Participar en nuestra democracia es un compromiso para crear un mundo en el que nuestros amigos y nuestras familias no solo puedan vivir sino prosperar.
Para los nuevos mexicanos, esta es una mentalidad con la que vivimos. El 2 de junio, las primarias de nuestro estado, debemos hacer oír nuestras voces. Nuestra fe, nuestras tradiciones y nuestros valores siempre han exigido que nos presentemos y luchemos no solo por nosotros mismos, sino entre nosotros. A través de la participación cívica podemos remodelar este mundo para reflejar nuestros valores.
Sin embargo, este año el coronavirus pondrá a prueba ese compromiso como nunca antes. El virus amenaza la participación robusta de familias indígenas, latinas y negras de clase trabajadora en Nuevo México para quienes votar por correo ausente puede no ser una opción viable o confiable y que están pidiendo a nuestros líderes locales y estatales que garanticen alternativas como Ubicaciones de votación en persona distribuidas equitativamente, votación en el veiculo y buzones de votación.
El impacto devastador de COVID-19 en nuestras comunidades ha hecho que sea más importante que nunca que podamos emitir nuestros votos de manera segura y fácil, especialmente porque el virus está afectando duramente a las comunidades nativas e hispanas. En Nuevo México, como en todo el país, estos resultados están estrechamente relacionados con las decisiones políticas que han creado un acceso desigual a elementos esenciales como la atención médica, la agua potable y la nutrición.
El virus ha dejado claro que durante demasiado tiempo nuestro gobierno ha servido a una poderosa “red de viejos” a expensas de la clase trabajadora, muchos de los cuales ahora están arriesgando sus vidas como trabajadores esenciales. Necesitamos líderes que se unan a nosotros en la lucha por políticas que recompensen el trabajo duro y nos pongan a todos en el camino hacia la libertad económica con trabajos bien pagados y buenas escuelas para nuestros hijos, al tiempo que garantizan que las corporaciones ricas paguen su parte justa en impuestos a ayúdanos a mantener una infraestructura sólida.
La lucha no es nada nuevo para los nuevos mexicanos, pero tampoco lo son la solidaridad, la fuerza, el trabajo duro y la esperanza. A medida que COVID-19 asola el mundo, nos enfrentamos a esta última batalla de la misma manera que nos hemos enfrentado a los desafíos a lo largo de nuestra historia única. Aquellos de nosotros que podemos votar, debemos hacerlo, mientras que aquellos que no podemos debemos seguir participando organizando y educando a nuestras comunidades. Y lo haremos, porque sabemos que estamos indisolublemente unidos y, por lo tanto, debemos ser el uno para el otro, el día de las elecciones y todos los días.
-Mary Ann Maestas